Expertos de diversas nacionalidades reconocen a la cocina mexicana como una de las principales del mundo. Ello tiene una explicación concreta, pues se conjugan dos características sobresalientes: México tiene una situación privilegiada por su notable diversidad tanto natural como cultural, con un obvio reflejo en la riqueza culinaria.

En efecto, nuestro país ocupa el cuarto lugar mundial en cuanto a megadiversidad por el número de especies vegetales y animales que alberga en su territorio (los primeros son Brasil, Colombia e Indonesia).



En paralelo, es la segunda nación del planeta por su diversidad cultural (después de la India). Este parámetro deriva del número de lenguas vivas originarias que subsisten, pues el indicador lingüístico suele aceptarse como representativo de la cultura en general: cuando un pueblo conserva su idioma original, lo más probable es que mantenga la mayoría de las demás manifestaciones culturales que lo distinguen: tradiciones familiares y comunitarias, memoria histórica, religión, expresiones artísticas populares, música, gastronomía, etcétera. (La India tiene 65 lenguas vivas, idiomas tipificados como tales por los expertos, no dialectos, que son menos desarrollados; México tiene 62 y sigue China con 54.)

Con la enorme cantidad de ingredientes de flora y fauna silvestre, amén de los cultivos, en México los numerosos pueblos dieron rienda suelta a su creatividad culinaria.

Dentro de este marco nacional de mega diversidad natural y cultural, los estados del norte de México tienen un destacado papel. Ya vimos que los desiertos, contra lo que se cree en primera instancia, tienen una riqueza ecológica nada despreciable y en el caso del noroeste es más relevante. Allá se encuentra el Mar de Cortés, que es uno de los ecosistemas más extraordinarios del planeta, por su increíble biodiversidad.



Por otra parte, en los estados fronterizos de México habitan 14 grupos étnicos perfectamente diferenciados por su idioma; esto es 23% del total nacional (rarámuri, mayo, tepehuán, yaqui, guarijío, pima, seri, kikapú, paipai, kumiai, pápago, cucapá, cochimí y kiliwa).